Cura niega la presencia real de Cristo en la Eucaristía (Madrid)


Gabriel Ariza
24 diciembre, 2016 



Javier Baeza, cura de Entrevías, concede una entrevista a un diario español en la que, por Navidad, pisotea casi todos los principios católicos y califica la Sagrada Hostia de “oblea de plastiquito”.

En la entrevista, concedida al diario El Mundo, Javier Baeza, cura de Entrevías en Madrid, refugio de delincuentes, insulta a la Iglesia y casi todo lo que Ella representa, entre algunas chispas de sensatez.
Por supuesto, para no reconocer que la única razón por la que sigue “afiliado” a esa organización que tanto odia es porque le permite vivir por la cara.
Algunas de las frases más polémicas de la entrevista, que pueden leer en este enlace, son las siguientes:

Cuando en su parroquia Dios sabe a rosquillas, ¿quién se atraganta? 

Se atragantan todos aquellos que, a la contra, piensan que Dios sólo sabe a oblea de plastiquito. Celebrar con rosquillas, bollos o polvorones no es un acción contra nadie, es sólo expresar desde la cotidianidad que vivimos. Si Dios se hubiese encarnado en el Polo Norte, hoy el cuerpo y la sangre de Cristo serían carne y sangre de foca. Y no nos escandalizaríamos. (¿Pero qué hay por debajo de eso?) ¿De ese escándalo? Una concepción muy materialista de que Cristo está en un tipo de vino y en un tipo de pan, que para más inri, no está. Ésa es la sacramentalidad del pan y el vino, no lo que es la materia, sino el significado que tiene. Ahí estamos en absoluta comunión con la ortodoxia católica.

El que haya tanta gente pasándolo mal es porque hay responsables como Zara, Inditex, Banesto, Bankia… Hay que empezar a poner nombre a los responsables.

Esto no es un problema de meigas, que haberlas haylas, hay pobres porque hay muchos ricos.
La Iglesia tiene que pedir perdón a los homosexuales, los divorciados y toda la gente a la que tiene en el ostracismo por su prepotencia y su intolerancia. A los curas casados, a las mujeres de los curas casados, a las propias mujeres, arrinconadas en los órganos de decisión. Tenemos que ser más pedidores de perdón que hacedores de bendición. La Iglesia tiene muchos cánceres. Y hay dos que hay que extirpar: que la Iglesia deje el poder político y el Papa deje de ser un jefe de Estado y que los hombres y las mujeres tengamos la misma oportunidad de poder presidir una celebración, dar el sacramento de la unción o una clase de teología.

La liturgia la hace la comunidad, y los rituales no son inamovibles. Yo me he pasado la mitad de mi vida disfrazándome para celebrar y utilizando esos libros rojos que la mitad de las veces no entendía porque decían cosas muy complicadas pero había que decirlas. El peso de tu ser católico no lo puedes poner en la repetición monótona de una serie de gestos. Yo, hasta ahora, no he visto necesidad de mantener mi fidelidad al Evangelio yéndome de la Iglesia. Si se me plantease fidelidad al Evangelio, esto es, a la gente empobrecida, o fidelidad a la estructura, no tendría duda, eh. La Iglesia es mi familia, a mí me han salido los dientes en la Iglesia católica, con sus luces y sus sombras. Ya lo dijo San Agustín, no un pantuflas como yo, la iglesia es casta y puta. Pues como muchas relaciones humanas.