Paglia, un arzobispo antropocentrista



José María Bermejo Hermano de San Juan de Dios y autor del blog: ¿Y si Dios fuera ateo? nos sorprendió con la siguiente frase: "Id por el mundo y proclamad la bioética, en el nombre de la Iglesia, en el nombre del mundo, para anunciar el Evangelio de otra manera, con los nuevos moldes que la sociedad nos está exigiendo". José María Bermejo clausuraba de este modo el I Congreso Mundial de Bioética. "La Iglesia tiene que entrar en estos caminos", añadía el cardenal Osoro, uno de los grandes valedores de este encuentro.
Más de 400 expertos de todo el mundo, convocados por los hospitalarios, que concluyeron sus tesis con una conferencia del presidente de la Pontificia Academia por la Vida, monseñor Vincenzo Paglia (imagen), quien afirmó olvidándose de que Dios es, al menos el centro de la Iglesia):
"En un mundo globalizado es una obligación dialogar con todos para un nuevo humanismo que es totalmente necesario, que pone al hombre en el lugar central de la cultura, la política, la economía y también la Iglesia", insistió Paglia, quien advirtió que "la ética, separada de la ética, difícilmente podrá autolimitar su propio deber".
"La Iglesia está llamada a recibir en su profundidad las cuestiones que surgen en nuestras sociedades", añadió, siempre desde el concepto de "hospital de campaña". "El hospital es el lugar por excelencia donde uno se cura, es la gran metáfora de la hospitalidad, una categoría decisiva para acoger y promover al hombre en todas las etapas de su vida, sobre todo cuando está enfermo y débil".
El periodista Fernando Ónega fue el encargado de las conclusiones-resumen de las jornadas, en las que planteó, en 18 puntos, algunos de los retos de la orden, y de la Iglesia, en torno a la Bioética. "Es una forma de ayudar a conseguir una sociedad más justa".
Así, la orden "considera prioritaria la hospitalidad de acuerdo con los principios de San Juan de Dios", y para todos. Excluidos, sin techo, inmigrantes y refugiados, y por supuesto los enfermos de antiguas y nuevas enfermedades, de viejas y continuas pobrezas.
((Ahora las órdenes religiosas son ONG que no nombran a Dios ni le tienen en cuenta para nada, al menos en los congresos, a pesar de que Dios fue el que inspiró esas órdenes con el fin de sostener físicamente pero también espiritualmente a los enfermos.))
Ante los enfermos, la Orden Hospitalaria "renueva su compromiso por el trato humano y sensible, su autonomía, minimizar el sufrimiento, y en el caso de terminales, por luchar por su vida y dar compañía y afecto". Ante los conflictos entre la ciencia y la conciencia, "propugnamos el diálogo constante", pero "sin aceptar ni las leyes ni los avances que no respeten los principios éticos. No todas las leyes son siempre morales". Y, ante las decisiones traumáticas, una petición de Ónega: elaborar un código ético que sirva de guía.
"La orden quiere seguir con su línea de actuación, una orden que lucha contra la vulnerabilidad y por la dignidad de la persona cualquiera que sean sus circunstancias", concluyó Ónega. Respeto, confianza, humanización, lealtad a los principios, compañía, con el objetivo de conseguir calidad de vida y felicidad, "por lo menos la felicidad posible".

Información tomada de Religión Digital