La pseudo boda papal en las nubes




Hace unos días, en su viaje a Chile, Francisco casó a dos azafatos durante el vuelo, un hecho “histórico” ya que nunca un pontífice hizo algo similar.
Los ayudantes de vuelo estaban ya unidos por lo civil y según informó emol.com, “ambos esperaban que este postergado plan (casarse por la Iglesia) se concretara sobre el avión y por el mismísimo Papa. 

El canonista Ed Peters manifiesta que esta boda no se hizo de acuerdo con las normas canónicas y puesto que faltó el consentimiento pedido y otorgado de forma individual, falló el núcleo del sacramento.

Francisco nos quiere hacer creer que todo cuanto él dice o hace es permisible y es más, debe acogerse como norma universal de la Iglesia. Esto no es distinto al revuelo eclesial desprendido de su exhortación Amoris Laetitia, que ha provocado que muchas diócesis católicas en el mundo estén dando la comunión eucarística a los que siempre han sido llamados adúlteros, o sea personas casadas por la Iglesia, divorciadas y vueltas a unir por lo civil, permiso que está ya en las Actas Apostólicas de la santa Sede, como parte del Magisterio ordinario. 

Francisco hace y deshace según su parecer pero las normas de la Iglesia son estrictas porque estricta e inamovible es la ley de Dios que no se adapta a los tiempos y circunstancias sino que rige sobre la humanidad hasta el final de los siglos. 

La comunión a personas en pecado mortal es dar de comer la profanación del Cuerpo y Sangre de Dios y por lo tanto, sumergir a los comulgantes en un estado más deplorable del que se encontraban antes de hacerlo. Lo mismo en esta boda aérea: Francisco no cumplió con lo que establece la Iglesia, y siendo él como es, un hombre dado al capricho en lo relacionado con los sacramentos, ha abierto la puerta a celebrar una boda sin el requisito previo de la confesión sacramental de la pareja que vivía en concubinato según su propio testimonio.

Dos sacramentos quedan tocados con esta no tan improvisada historia, el del Matrimonio y el de la Confesión, puesto que ahora, siguiendo el ejemplo del "Papa", no hará falta confesarse de pecados mortales para recibir un sacramento, aunque esto suponga un sacrilegio.

El escándalo está servido y los medios de comunicación mundial lo publican como una ocurrencia benévola del Papa que ha hecho polvo las supuestas aspiraciones de la pareja de azafatos, que siguen, como estaban, casados sólo por lo civil.


María Ferraz